¿En qué he fallado? ¿Será algo que he dicho? ¿Será algo que he hecho? Son preguntas que muchos hombres se hacen cuando ya es demasiado tarde; es decir, cuando la chica ha puesto pies en polvorosa.
Casi siempre, la respuesta está en la cama: ese inhóspito territorio que el varón cree dominar por completo y, a menudo, desconoce de cabo a rabo. Porque la sexualidad femenina sigue siendo un misterio por resolver, y cada mujer es un mundo que conquistar a base de orgasmos.
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Vamos a repasar diez errores clásicos del comportamiento sexual masculino para intentar, de alguna manera, subsanarlos.
Casi siempre, la respuesta está en la cama: ese inhóspito territorio que el varón cree dominar por completo y, a menudo, desconoce de cabo a rabo. Porque la sexualidad femenina sigue siendo un misterio por resolver, y cada mujer es un mundo que conquistar a base de orgasmos.
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1. “Sé lo que le gusta”
El hombre se mete en la cama creyendo que sabe exactamente lo que quiere la chica que acaba de desnudar. La base de su conocimiento, piensa él, es la experiencia. Pero la cruda realidad es que para conseguir un orgasmo (o, mejor, un multiorgasmo) femenino no basta con copiar lo que resultó con la novia anterior. Hay que explorar cada cuerpo como si fuera un lugar nuevo, virgen, lleno de desconocidos caminos por recorrer.
La mayoría de los hombres, embargados por el deseo, se lanzan a la penetración de su nueva amante de forma impetuosa e impaciente. Craso error. El psicólogo y sexólogo Valeriano López afirma que “con cada mujer conviene empezar de cero, dejarse de prejuicios, trabajar bien su cuerpo y preguntarle si está disfrutando con lo que le estamos haciendo”. Y, por supuesto, no olvidar quitarse los calcetines.
El hombre se mete en la cama creyendo que sabe exactamente lo que quiere la chica que acaba de desnudar. La base de su conocimiento, piensa él, es la experiencia. Pero la cruda realidad es que para conseguir un orgasmo (o, mejor, un multiorgasmo) femenino no basta con copiar lo que resultó con la novia anterior. Hay que explorar cada cuerpo como si fuera un lugar nuevo, virgen, lleno de desconocidos caminos por recorrer.
La mayoría de los hombres, embargados por el deseo, se lanzan a la penetración de su nueva amante de forma impetuosa e impaciente. Craso error. El psicólogo y sexólogo Valeriano López afirma que “con cada mujer conviene empezar de cero, dejarse de prejuicios, trabajar bien su cuerpo y preguntarle si está disfrutando con lo que le estamos haciendo”. Y, por supuesto, no olvidar quitarse los calcetines.
2. ”Si está húmeda, significa que está excitada”
Para nada. Depende mucho de cada mujer. Algunas padecen hiperhidrosis y tienen siempre la vagina húmeda, tanto si están calientes como si están heladas. Otras, por el contrario, lubrican muy poco aunque estén a cien por hora. Y la mayoría bascula en un término medio.
Según el ginecólogo Germán F. Pflücker, “el proceso de excitación de la mujer se acompaña de lubricación vaginal producida por la secreción de las glándulas de Bartolinho y de Skene. Pero la humedad puede variar por múltiples factores como el estrés, la medicación o el ciclo menstrual. Es recomendable aumentar los prolegómenos sexuales para que exista una buena lubricación vaginal en el momento del coito”.
Y para las que se excitan sin mojarse, siempre existen los lubricantes naturales (como la saliva) o artificiales (cualquiera de la marca Wet es bueno, pero muy especialmente el Natural Silky Supreme, con base de silicona).
Para nada. Depende mucho de cada mujer. Algunas padecen hiperhidrosis y tienen siempre la vagina húmeda, tanto si están calientes como si están heladas. Otras, por el contrario, lubrican muy poco aunque estén a cien por hora. Y la mayoría bascula en un término medio.
Según el ginecólogo Germán F. Pflücker, “el proceso de excitación de la mujer se acompaña de lubricación vaginal producida por la secreción de las glándulas de Bartolinho y de Skene. Pero la humedad puede variar por múltiples factores como el estrés, la medicación o el ciclo menstrual. Es recomendable aumentar los prolegómenos sexuales para que exista una buena lubricación vaginal en el momento del coito”.
Y para las que se excitan sin mojarse, siempre existen los lubricantes naturales (como la saliva) o artificiales (cualquiera de la marca Wet es bueno, pero muy especialmente el Natural Silky Supreme, con base de silicona).
3. “Las tetas son como pelotas de goma”
Al revés: el pecho femenino es una zona erógena extremadamente sensible, tanto al dolor como al placer. Aunque, por supuesto, hay mujeres que tienen unos pechos más vulnerables que otras (por ejemplo, las que tienen implantes de silicona pierden parte de su sensibilidad). A pocas chicas les resulta placentero que alguien agarre y estruje con fuerza sus glándulas mamarias.
Del mismo modo, tampoco es buena idea engancharse a mamar una teta como un bebé hambriento nada más desabrochar el sujetador. Deberías considerar una iniciación, unas caricias previas y suaves, un jugueteo con la aureola, y después ya puedes empezar a succionar y a agarrar un poco más fuerte, pero sin pasarse (salvo que ella lo pida) y sin dejar de estimular otras partes del cuerpo.
Al revés: el pecho femenino es una zona erógena extremadamente sensible, tanto al dolor como al placer. Aunque, por supuesto, hay mujeres que tienen unos pechos más vulnerables que otras (por ejemplo, las que tienen implantes de silicona pierden parte de su sensibilidad). A pocas chicas les resulta placentero que alguien agarre y estruje con fuerza sus glándulas mamarias.
Del mismo modo, tampoco es buena idea engancharse a mamar una teta como un bebé hambriento nada más desabrochar el sujetador. Deberías considerar una iniciación, unas caricias previas y suaves, un jugueteo con la aureola, y después ya puedes empezar a succionar y a agarrar un poco más fuerte, pero sin pasarse (salvo que ella lo pida) y sin dejar de estimular otras partes del cuerpo.
4. “Tengo todo lo que ella necesita”
Mal asesorados por la (falsa) sabiduría popular, algunos varones creen que la mujer sólo necesita una cosa para ser feliz: un hombre pegado a un enorme falo y dotado de una incansable lengua. Sin embargo, recientes estudios científicos aseguran que existen mujeres incapaces de llegar al orgasmo con una estimulación inferior a las 3.000 revoluciones por minuto, y esto (aceptémoslo) no hay lengua ni dedo ni pene humano que lo alcance. Por eso a veces hay que echar mano de un consolador, de un anillo vibrante o de cualquier otro artefacto de sex shop para sacarles orgasmos a las mujeres más duras de pelar.
[Relacionado: Una ayudita extra muy placentera]
Aun así, siguen existiendo muchos caballeros que temen la competencia de los juguetes sexuales porque, como dice Dinia Hoernecke, de la empresa de productos femeninos La Maleta Roja, “los hombres de masculinidad más frágil ven en los juguetes eróticos más una amenaza que una posibilidad de ganar complicidad, humor y satisfacción en la relación sexual con su pareja”.
5. “El sexo es igual para el hombre que para la mujer”
Falso. Mal que le pese a algunos, el hombre y la mujer son radicalmente distintos. Sobre todo, en materia sexual. El hombre es, por regla general, falocéntrico, de una sexualidad más animal; busca penetrar, taladrar, montar y, sobre todo, eyacular. La mujer, por el contrario, tiene el sexo repartido por toda su anatomía y necesita un buen precalentamiento, unos suaves masajes que le estimulen zonas erógenas tan infravaloradas como el cuello, el ombligo o la baja espalda.
La penetración importa, sí, pero siempre y cuando haya un buen trabajo previo que estimule todo el cuerpo. Y no sólo hablamos de sexo oral y digital que preparen la vagina o el ano para la penetración. La sexóloga Marlen Silva lo expresa así: “Después de la mente, el órgano sexual femenino más importante es la piel. Los hombres creen que lo más importante es la satisfacción y el rendimiento, pero las mujeres no pensamos lo mismo”.
Mal asesorados por la (falsa) sabiduría popular, algunos varones creen que la mujer sólo necesita una cosa para ser feliz: un hombre pegado a un enorme falo y dotado de una incansable lengua. Sin embargo, recientes estudios científicos aseguran que existen mujeres incapaces de llegar al orgasmo con una estimulación inferior a las 3.000 revoluciones por minuto, y esto (aceptémoslo) no hay lengua ni dedo ni pene humano que lo alcance. Por eso a veces hay que echar mano de un consolador, de un anillo vibrante o de cualquier otro artefacto de sex shop para sacarles orgasmos a las mujeres más duras de pelar.
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Aun así, siguen existiendo muchos caballeros que temen la competencia de los juguetes sexuales porque, como dice Dinia Hoernecke, de la empresa de productos femeninos La Maleta Roja, “los hombres de masculinidad más frágil ven en los juguetes eróticos más una amenaza que una posibilidad de ganar complicidad, humor y satisfacción en la relación sexual con su pareja”.
5. “El sexo es igual para el hombre que para la mujer”
Falso. Mal que le pese a algunos, el hombre y la mujer son radicalmente distintos. Sobre todo, en materia sexual. El hombre es, por regla general, falocéntrico, de una sexualidad más animal; busca penetrar, taladrar, montar y, sobre todo, eyacular. La mujer, por el contrario, tiene el sexo repartido por toda su anatomía y necesita un buen precalentamiento, unos suaves masajes que le estimulen zonas erógenas tan infravaloradas como el cuello, el ombligo o la baja espalda.
La penetración importa, sí, pero siempre y cuando haya un buen trabajo previo que estimule todo el cuerpo. Y no sólo hablamos de sexo oral y digital que preparen la vagina o el ano para la penetración. La sexóloga Marlen Silva lo expresa así: “Después de la mente, el órgano sexual femenino más importante es la piel. Los hombres creen que lo más importante es la satisfacción y el rendimiento, pero las mujeres no pensamos lo mismo”.
6. “Las películas porno son un modelo a imitar”
Todo lo contrario: el cine X es ideal para masturbarse, pero es pura ficción... e imitarlo en la realidad puede ser desastroso. Primero, porque si los actores y actrices porno pasan rápidamente al grano, es porque son profesionales curtidos en mil batallas.
Segundo, porque en un vídeo porno no se busca el orgasmo de la mujer, sino el del espectador, que casi siempre es masculino.
[Relacionado: Sexo rápido, ¿te atreves?]
Tercero, porque las actrices están ahí por dinero y no por placer: de hecho, algunas confiesan que no sienten nada mientras ruedan. Poco se puede aprender en los filmes X sobre el arte de satisfacer a una mujer de verdad, porque en ellos se empieza la casa por el tejado, penetrando con fuerza desde el principio, apretando su cabeza en las felaciones o azotando los culos sin piedad; en la vida real, el ritmo coital debe establecerse progresivamente y entre los dos amantes, en el sexo oral ella tiene que llevar la voz cantante... ¡y no a todas les gustan los cachetes en el trasero!
Todo lo contrario: el cine X es ideal para masturbarse, pero es pura ficción... e imitarlo en la realidad puede ser desastroso. Primero, porque si los actores y actrices porno pasan rápidamente al grano, es porque son profesionales curtidos en mil batallas.
Segundo, porque en un vídeo porno no se busca el orgasmo de la mujer, sino el del espectador, que casi siempre es masculino.
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Tercero, porque las actrices están ahí por dinero y no por placer: de hecho, algunas confiesan que no sienten nada mientras ruedan. Poco se puede aprender en los filmes X sobre el arte de satisfacer a una mujer de verdad, porque en ellos se empieza la casa por el tejado, penetrando con fuerza desde el principio, apretando su cabeza en las felaciones o azotando los culos sin piedad; en la vida real, el ritmo coital debe establecerse progresivamente y entre los dos amantes, en el sexo oral ella tiene que llevar la voz cantante... ¡y no a todas les gustan los cachetes en el trasero!
7. “Conozco su cuerpo a la perfección”
Claro. Todas las mujeres tienen los pechos, el culo, los pies, la boca, la vagina y el clítoris en el mismo sitio. Pero no todas sienten lo mismo en cada una de esas partes. Por ejemplo, no es muy difícil localizar el clítoris en el mapa anatómico femenino, pero sí es bastante complicado aprender a manipular este botón rojo como se debe.
El sexólogo Valeriano López apunta que “el clítoris no es un pene, sino un órgano sexual muy complejo y sensible que sólo se puede estimular cuando ya se ha excitado el resto del cuerpo, en general, y los alrededores de la zona vaginal, en particular”. Esto, sin contar el hecho de que cada mujer tiene un libro de instrucciones distinto para su cuerpo y el clítoris de unas es más frágil que el de otras, de manera que estas necesitan estimulación directa y a aquellas les bastan caricias indirectas. ¿Cómo sabemos qué le gusta exactamente a la chica que tenemos entre manos? Pidiendo su ayuda: ella, guiándonos con su propia mano, nos puede enseñar cómo hacerla feliz.
8. “A las mujeres les encanta el semen”
No a todas. A algunas les da asco, a otras les da igual y a unas cuantas les gusta de verdad. Por si las moscas, es mejor preguntar antes de eyacular a traición. Para la mayoría de los hombres, es muy placentero rociar con semen determinadas zonas del cuerpo femenino, como los pechos, la cara, la boca, la espalda o los pies.
Pero hacerlo sin avisar, dando por supuesto que el propio semen es un delicioso néctar deseado por todas las mujeres del mundo, es un error garrafal. Por la misma regla de tres, está muy feo eyacular sin permiso en la boca de una señorita cuando la misma nos está regalando una felación.
Claro. Todas las mujeres tienen los pechos, el culo, los pies, la boca, la vagina y el clítoris en el mismo sitio. Pero no todas sienten lo mismo en cada una de esas partes. Por ejemplo, no es muy difícil localizar el clítoris en el mapa anatómico femenino, pero sí es bastante complicado aprender a manipular este botón rojo como se debe.
El sexólogo Valeriano López apunta que “el clítoris no es un pene, sino un órgano sexual muy complejo y sensible que sólo se puede estimular cuando ya se ha excitado el resto del cuerpo, en general, y los alrededores de la zona vaginal, en particular”. Esto, sin contar el hecho de que cada mujer tiene un libro de instrucciones distinto para su cuerpo y el clítoris de unas es más frágil que el de otras, de manera que estas necesitan estimulación directa y a aquellas les bastan caricias indirectas. ¿Cómo sabemos qué le gusta exactamente a la chica que tenemos entre manos? Pidiendo su ayuda: ella, guiándonos con su propia mano, nos puede enseñar cómo hacerla feliz.
8. “A las mujeres les encanta el semen”
No a todas. A algunas les da asco, a otras les da igual y a unas cuantas les gusta de verdad. Por si las moscas, es mejor preguntar antes de eyacular a traición. Para la mayoría de los hombres, es muy placentero rociar con semen determinadas zonas del cuerpo femenino, como los pechos, la cara, la boca, la espalda o los pies.
Pero hacerlo sin avisar, dando por supuesto que el propio semen es un delicioso néctar deseado por todas las mujeres del mundo, es un error garrafal. Por la misma regla de tres, está muy feo eyacular sin permiso en la boca de una señorita cuando la misma nos está regalando una felación.
9. “Si le ha gustado una vez, le gustará siempre”
Una falsa certeza que puede hacer que una relación caiga en la más pura rutina sexual, que es el principio del fin. Lo que funciona una vez se convierte pronto en costumbre y, poco después, en tedio. La psicóloga especialista en sexualidad Andrea Gómez sostiene que las claves para conseguir una vida sexual activa, satisfactoria y duradera son “el diálogo, el respeto mutuo, el desarrollo de un espacio íntimo, probar cosas nuevas y hablar de los gustos y fantasías y saber que pueden realizarlas con su propia pareja”.
[Relacionado: Sexo con un ex, ¿acierto o error?]
Disfraces eróticos, sorpresas, cambios de posturas y de lugares para hacer el amor e incluso, si se tercia, tríos, intercambios o nuevos juegos de roles eróticos, pueden servir para mantener el morbo a lo largo de los días, los meses, los años e incluso las décadas.
10. “En la cama sobran las palabras”
Muchos piensan que cuando se copula es mejor cerrar la boca. Éste tal vez sea el error más grave de todos, porque si no hay comunicación, todo lo demás falla. Si no le dices lo que te gusta ni le preguntas lo que le gusta a ella, si no hay complicidad ni interactuación, la cosa se reducirá a un triste y mecánico mete-saca. Es preferible susurrar, gritar, hablar, montar fantasías orales juntos...
Porque en la cama no hay límites, y la lengua no sólo sirve para lamer. En cuanto al lenguaje sucio, no hay que descartarlo, pero con cautela. Patricia Velásquez, sexóloga experta en terapias de pareja, comenta que “aunque no lo parezca, a muchas mujeres les excitan las órdenes o las palabrotas, incluso una gran cantidad de chicas quiere que se les digan cosas desagradables. Es posible que, en un principio, las mujeres que oyen este tipo de palabras se ruboricen, pero esto no quiere decir que su uso las incomode.
Todo lo que sea consensuado entre las partes está bien”. También es importante cuidar la conversación poscoital: preguntarle si le ha gustado e iniciar un diálogo divertido, romántico y desenfadado que dure el tiempo que haga falta. En ningún caso, quedarse dormido, salir corriendo o ponerse a ver la televisión porque den un partido de fútbol...
Una falsa certeza que puede hacer que una relación caiga en la más pura rutina sexual, que es el principio del fin. Lo que funciona una vez se convierte pronto en costumbre y, poco después, en tedio. La psicóloga especialista en sexualidad Andrea Gómez sostiene que las claves para conseguir una vida sexual activa, satisfactoria y duradera son “el diálogo, el respeto mutuo, el desarrollo de un espacio íntimo, probar cosas nuevas y hablar de los gustos y fantasías y saber que pueden realizarlas con su propia pareja”.
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10. “En la cama sobran las palabras”
Muchos piensan que cuando se copula es mejor cerrar la boca. Éste tal vez sea el error más grave de todos, porque si no hay comunicación, todo lo demás falla. Si no le dices lo que te gusta ni le preguntas lo que le gusta a ella, si no hay complicidad ni interactuación, la cosa se reducirá a un triste y mecánico mete-saca. Es preferible susurrar, gritar, hablar, montar fantasías orales juntos...
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Todo lo que sea consensuado entre las partes está bien”. También es importante cuidar la conversación poscoital: preguntarle si le ha gustado e iniciar un diálogo divertido, romántico y desenfadado que dure el tiempo que haga falta. En ningún caso, quedarse dormido, salir corriendo o ponerse a ver la televisión porque den un partido de fútbol...
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